Una silla de oficina debe proporcionar al cuerpo un apoyo estable, permitiendo al trabajador adoptar una postura cómoda durante un periodo de tiempo determinado, de manera que se pueda realizar la tarea o actividad de forma adecuada. Para ello:
Es imprescindible que la silla permita adoptar posturas adecuadas y realizar cambios de postura.
Debe proporcionar un apoyo suficiente para la columna vertebral y en especial para la zona lumbar.
El asiento debe permitir que el flujo de sangre que circule por las extremidades inferiores sea adecuado.
La superficie del asiento debe disponer de un nivel suficiente de fricción para evitar un deslizamiento sobre la misma.
Para mayor comodidad, las partes en contacto con zonas corporales como las nalgas o la espalda, deberían estar fabricadas con una superficie transpirable.
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